martes, 25 de septiembre de 2012
viernes, 26 de septiembre de 2008
Vamos a poner un post a ver si podemos ir a cenar a este sitio tan chulo..
Se trata de una propuesta de esta web y del restaurante garden con la que se sortean tres comidas. No he comido nunca en este restaurante, pero me han hablado muy bien de él y de las cenas que organizan para diversas celebraciones, así que a ver si hay suerte y me toca a mi la cena...
domingo, 16 de marzo de 2008
Zaragoza
Finalmente me quedo solo,
una voz me grita
no te salves
pero mis ojos tiemblan
y mis manos no responden –
la carcajada de la noche
se abate sobre mí:
ya no están las sábanas calientes
ni las calles silenciosas
mueven los corales del viento.
Entró en mi cama, susurrando,
abracé con fuerza todo cuanto tenía –
no quería salvarme,
no quise salvarme –
y con la luz inundando la ciudad
nos despedimos –
no te quedes quieto -me grito-
no te quedes quieto
o se derrumbarán
las espadas y los escudos del cielo
los caparazones bien tejidos –
tarde, era ya la hora del alba
y mi voz, dejaba de sonar.
martes, 11 de diciembre de 2007
Nietzsche pensaba que Occidente se hallaba en crisis. La raíz última y fundamental de este hecho era la negación que sobre la vida se venía ejerciendo desde tiempo de Sócrates. El equilibrio entre lo dionisiaco y lo apolíneo se había roto y el vencedor había sido el espíritu ascético. Hoy en día nos encontramos en el otro lado de la balanza, y no por ello resulta menos peligroso y perjudicial. La nueva búsqueda de placeres y la persecución de una prosperidad material no constituyen un tipo de vitalismo. Es más bien al contrario. Dionisos ha quedado reducido al vino, ha olvidado su dimensión trágica, su procedencia divina y su mezcla con la tierra. De esta forma, no hay afirmación de la vida. Hemos pensado que ésta se reducía a una agradable existencia ajena a las enfermedades y volcada en pequeñas dichas cotidianas. Lo que olía mal, lo que era feo a la vista ha sido apartado de nosotros. En nuestro camino, nuestros pueblos se han vuelto macrociudades, nuestro aire se ha llenado de humo y los ojos ya no pueden extender la vista. El aire fresco – aquí en el corazón de Madrid – ha quedado reducido a recurso poético. Sin tiempo, y ahora sin espacio, no hay posibilidad del espíritu trágico. ¿Cómo y dónde celebrará Dionisos sus festivales en nuestras más que llenas avenidas? El vino mismo es ahora un negocio global y su consumo está prohibido en la calle[1]. No nos aterra. Nada que no amenace nuestra voluptuosidad lo hace ya. El espíritu ascético ha tenido finalmente su venganza – pobres hombres, ¿qué haréis si falla un día vuestra prosperidad material? ¿Seréis capaces acaso de reconvertir vuestros lindos trajes en velas para los barcos? ¿Os enfrentaréis entonces a la tormenta? Ha habido un fallo en la interpretación de fondo – efectivamente, el viejo búho del conocimiento ha desencaminado nuestros pasos, y la razón, producto último de la evolución, y por ello el más imperfecto y debilitado quizás, ha dejado de ser instrumento de supervivencia para colocarse de nuevo en un altar: ¿una nueva religión? Quizás, – en cualquier caso un fenómeno que absorbe nuestro tiempo y sentidos. Adelante entonces – no echaremos más en falta nuestra libertad en las aprisionadas calles de humo y cemento. El aire libre ahora, se ha transformado en un elemento fuertemente subversivo…
Manifiesto de Noviembreia con parte del espsal y su consumo estdades, nuestro aire se ha llenado de humo y los ojos ya no pueden exte
[1] Asistimos a un progresivo recorte de nuestras libertades. Algunos dirán que necesario, y es precisamente esa necesidad lo que lo hace más peligroso todavía: ¿qué tipo de proceso se está operando, qué corriente subterránea guía y nos mueve a estas acciones? ¿Qué está ocurriendo con las libertades occidentales tan difícilmente conquistadas?
jueves, 30 de agosto de 2007
Sus ojos eran claros
Estaban enterrados en su cuerpo
En la calle
Estaban dormidos
Mirando el vino al despertar
El espejo azul
El pan y las sonrisas
Rompiendo el pavimento
Espejeando a través de las capas
Del tiempo, de la piedra
Del suelo
Donde su cuerpo cansado
Dormía, dormía el azul,
El espejo, la vida dormía
La vida.
(Un vagabundo)
jueves, 21 de junio de 2007
Blanco luce a la luz del día
No esperabas la llegada
De la memoria
Triunfando entre los sacos
De cemento, de arena
Desperdigados
Como si nunca jamás
Hubiesen de ser utilizados.
No creíste en la vuelta, apenas los giros
Eran fragmentos de la memoria
Que no debían ocurrir.
Te dejabas Llevar
A través de las sensaciones tan placenteras
Que proporciona huir con todas las fuerzas.
Sí, apostarlo todo en cada instante
Solo
Porque no se desea llevar nada
De un instante a otro.
Pero tu carrera tiene un fin
Cuando pierdes el aliento
Cuando pierdes el sentido
Y las noches se vuelven tan opresivas
Como el día, como si cualquier hoja
Mecida por el viento
Llegase hasta tu piel
Y pudiese hacerte llorar
Para después apartarla de un manotazo.
Has echado tierra sobre tierra
Y, cansado, sudoroso,
Pisas una y otra vez, como si jamás
Hubieses de volver a ver aquello
Que enterraste.
Te miras al espejo de la mañana
Y no entiendes la tristeza
Que emana de tus ojos
Porqué, te preguntas, estoy triste
Si corro más que nunca,
Si vuelo, si atravieso
Las viejas capas del tiempo
Como jamás soñé hacerlo
Pero, tienes la tierra en tus bolsillos
Y los recuerdos
Pesan como piedras,
Como lamentos secos
Que jamás hubiesen de ser llorados.
jueves, 14 de junio de 2007
Despierto, tumbado aún
Aferrándome al sueño
Cerrando los ojos
En la cama, y,
Entre la luz de la mañana
He murmurado un trozo
De los versos
De otro día:
Ojalá el tiempo
Se pudiese condensar
Produciendo gotas
De segundos plegados –
Y así, olvidar,
Olvidar tan sólo.
Porque los recuerdos
De esa vida otra
De esa que no podía ser
Y que en el fondo,
Tras las peleas, las discusiones
Y algunos malos momentos,
Tenía abrazos, besos
Y sonrisas suficientes
Para llenar una vida otra.
¡Tantos!
Que apenas ahora
Me los quito de encima.
Llegan envueltos,
En la mañana,
En el tiempo,
Siguiéndome huella a huella
En cada fracción de vida
Atrapándome,
Como en un parpadeo –
Ellos no fueron pedidos,
Se dieron,
Como se da cuado se tiene
Y se debe regalar
Y vuelven
Como cabellos enredados
Ya no en mi ropa,
Mi jersey, mi bufanda
O mis manos,
Sino en cada latir de corazón
En el tiempo,
Que se proyecta al futuro,
Pesado por la ausencia llena,
Por ver, cada mañana,
Sonrisas que no existen
Y besos que no serán ya más.